La economía argentina enfrenta desde hace años restricciones cambiarias, financieras y regulatorias que han desincentivado la inversión y, consecuentemente, han afectado el crecimiento económico. Sin embargo, la reciente implementación del Régimen de Incentivos para Grandes Inversiones (RIGI), representa una oportunidad para impulsar la matriz productiva del país.
A raíz de la publicación de la reglamentación del Régimen de Incentivo de las Grandes Inversiones (RIGI) en el Boletín Oficial, resulta oportuno detallar uno de los principales requisitos que debe contener la solicitud de adhesión de un Vehículo de Proyecto Único (VPU), la cual se encuentra regulado en el art. 47 inc. h del Decreto Reglamentario N° 749/2024.
A lo largo de estos meses, nos hemos enfocado en detallar los beneficios otorgados a los vehículos de proyecto único (VPU) en los proyectos de inversión en el marco del Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI). Sin embargo, corresponde esta vez hacer foco sobre los proveedores; ya que, sin adherirse a este novedoso instrumento como VPU, pueden verse beneficiados.
La provincia de Corrientes integra la Región Noreste y entre sus principales actividades económicas se destacan la agricultura, la ganadería y la generación de energía. Uno de los principales pilares de la economía provincial es la producción agrícola, gracias a los cultivos de tabaco, arroz, yerba mate, entre otros.
Economista Jefe de PwC Argentina
La Argentina ha tenido reiteradas crisis económicas a lo largo de su historia, lo que ha derivado en estancamiento y pérdida de bienestar para su población. En el centro del problema, un Estado con exceso de gasto y déficit fiscales recurrentes que ha derivado en una presión tributaria agobiante para el sector privado, con innumerable cantidad de impuestos; distorsión de las señales de precios por procesos inflacionarios y escasez de divisas, cuyos efectos fueron atemperados con la implementación de controles cambiarios y financieros que, no solo no detuvieron la salida, sino que han generado un menor ingreso de dólares.
En efecto, nuestro país ha estado estancado desde 2011 y actualmente tiene a más de la mitad de la población debajo de la línea de la pobreza. Pero este contexto lleno de incertidumbre y restricciones sólo ha generado profundos desincentivos a la inversión. Y no hay posibilidad de crecimiento y generación de bienestar sin inversión que permita “aumentar la torta” (el PIB) y generar empleo.
Pero para que la inversión aumente de manera espontánea es preciso estabilizar la macroeconomía, reducir el nivel de incertidumbre y eliminar lo que hasta no hace mucho tiempo se denominaba “el costo argentino”: una maraña de restricciones e ineficiencias que dejan fuera de mercado a innumerables proyectos de inversión.
Sin embargo, alcanzar las condiciones necesarias planteadas en el párrafo anterior toma tiempo, y -sin hacer aquí necesariamente una valoración negativa del camino elegido- difícilmente se alcance sin levantar una de las principales trabas que enfrenta actualmente nuestro país: “el cepo cambiario”.
Consciente de esta restricción, el gobierno optó por establecer un régimen de estímulo preferencial a ciertas inversiones con potencialidad de transformar la matriz productiva del país y acelerar así la llegada de las condiciones para que la inversión privada aumente de manera espontánea: el Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI).
Como damos cuenta en la sección Traking de esta Edición, el Régimen brinda ciertos beneficios a sectores estratégicos que tienen, fundamentalmente, la capacidad de generar divisas. Esto tendría no solo un profundo efecto directo sobre la matriz productiva del país, su distribución geográfica, la generación empleo y los recursos fiscales, sino que, tendrá un fuerte impacto sobre un precio clave de la economía: el tipo de cambio.
Quien no tome cuenta de este proceso y se adapte, correrá un serio riesgo de quedar fuera de mercado. Para facilitar esa adaptación, el gobierno ha prometido bajar el costo argentino con la eliminación de innecesarias regulaciones y la baja de los impuestos, en la medida que no se ponga en riesgo el equilibrio fiscal.
En resumen, el RIGI no solo pretende ser un puente que permita cerrar temporalmente la brecha de divisas, sino que apunta a una transformación profunda de la matriz productiva del país. De ser exitoso, cambiará las reglas del juego. Será un game changer.