Cuando el talento no evoluciona al ritmo de la disrupción tecnológica y la irrupción de la IA, las compañías arriesgan ventajas competitivas y las personas experimentan una presión constante por adaptarse.
En este escenario, el upskilling ya no es opcional.
Según la Global Workforce Hopes and Fears Survey 2025 de PwC, los resultados fueron concluyentes: los trabajadores que confían en que sus habilidades seguirán siendo relevantes en los próximos tres años muestran casi el doble de motivación que quienes creen que dejarán de serlo. Asimismo, quienes perciben apoyo para desarrollar nuevas capacidades presentan un 73% más de motivación respecto de aquellos que sienten poco o ningún acompañamiento.
Estos datos permiten observar tres tendencias claras:
Ante esta evidencia, surge una pregunta central: ¿qué están haciendo hoy las organizaciones para desarrollar las capacidades de su gente?
Según el informe de PwC, los esfuerzos en materia de actualización de habilidades avanzan, pero de manera dispar entre áreas, niveles y acceso a tecnología:
En este contexto, los programas aislados, las capacitaciones masivas o las iniciativas que no se integran con la estrategia de negocio pierden efectividad, suelen generar frustración y, en algunos casos, incluso resultados contraproducentes.
El liderazgo cumple un rol esencial: es quien puede brindar dirección, claridad y respaldo a este proceso. Para avanzar hacia un modelo sostenible de desarrollo de talento, las organizaciones deben: