En los últimos años, Argentina ha enfrentado una inestabilidad macroeconómica continua y resultados negativos. El 2023 finalizó con una inflación anual del 211,4 %, una contracción de la actividad del 1,6 %, reservas internacionales netas negativas, una devaluación del peso superior al 350 %, una brecha entre el tipo de cambio oficial y el tipo de cambio de las operaciones de contado con liquidación de entre el 100 % y el 200 % en promedio durante el año (que finalizó en una brecha del 20 %-30 %) y niveles de pobreza por encima del 50 %.
En cuanto a la política, el año estuvo marcado por las elecciones presidenciales que comenzaron en agosto con las elecciones primarias y finalizaron en noviembre con la victoria de Javier Milei, quien obtuvo más del 55 % de los votos en la segunda vuelta, y su asunción el 10 de diciembre. El nuevo presidente es un economista libertario con una clara postura favorable para los mercados que aboga por la disciplina fiscal y la reducción del estado. El nuevo gobierno tiene el objetivo de realizar los cambios estructurales que el país necesita para normalizar la economía y volver al camino del crecimiento sostenible. Las primeras medidas incluyen la corrección del atraso en el tipo de cambio oficial, un riguroso ajuste fiscal, la desregulación de sectores clave de la economía y el anuncio de privatización de compañías y activos públicos. El foco está puesto en reducir la inflación, el déficit fiscal y los altos niveles de intervención en la economía y en eliminar los controles cambiarios. Además, Milei ha anunciado sus planes de dolarizar la economía en el largo plazo. Algunas de estas medidas ya fueron aplicadas, mientras que otras requieren la aprobación del Congreso, lo cual representa un gran desafío dado que el gobierno tiene una representación minoritaria en las Cámaras.
El plan del gobierno ha dado sus primeros frutos en 2024. Por el lado positivo, en los primeros dos meses del año se registraron superávits fiscal y en cuenta corriente; el Banco Central logró acumular más de USD 10 mil millones en reservas internacionales; el riesgo país cayó por debajo de los 1300 puntos –un mínimo al que no se llegaba desde septiembre de 2021–; y el peso argentino se apreció en el mercado del contado con liquidación, lo cual redujo la brecha cambiaria a menos del 20 %. Por el lado negativo, la actividad económica sufrió una caída significativa en los primeros meses del año, como consecuencia de los ajustes económicos.
Además, la corrección cambiaria y la liberalización del control de precios aceleraron la inflación, que –luego de un pico inicial– está descendiendo (la inflación anual fue del 25 % en diciembre de 2023, 20,6 % en enero de 2024, 13,2 % en febrero, 11,0 % en marzo, 8,8 % en abril, y se espera que la inflación mensual sea de un dígito en el segundo semestre).
Sin embargo, las expectativas del mercado son positivas. A pesar de que se proyecta una inflación de alrededor del 200 % para 2024, se espera que esté por debajo del 40 %-50 % para 2025. También se estima que la actividad económica registre una caída en el PBI de alrededor del 2,6 % para 2024, con un giro significativo e incluso la proyección por parte de algunos analistas de un rebote del 7,9 % en 2025. Las medidas anunciadas han sido bien recibidas por el mercado y los inversores. El FMI también ha respaldado el plan del gobierno, y se pueden esperar nuevos desembolsos durante el próximo año.
Con respecto a los impulsores de las inversiones, y considerando el contexto antes mencionado, los activos argentinos han comenzado a apreciarse poco a poco, también en línea con la caída del riesgo país y la apreciación del tipo de cambio. Sin embargo, la valuación de compañías y activos sigue estando por debajo de sus pares regionales e internacionales y, por lo tanto, sigue siendo una oportunidad para adquirir activos en Argentina a valor atractivos.
Las iniciativas de privatización y el nuevo modelo de inversión pública-privada en infraestructura que está presentando el gobierno también deberían ser áreas importantes de inversión en el corto y mediano plazo. Argentina es mundialmente reconocida por contar con abundantes recursos naturales, especialmente en los sectores de alimentos, agricultura, minería y energía (que incluye energías renovables y petróleo y gas), así como una rica base de talentos, con una clase media bien educada y una comunidad empresarial activa.
También tiene un sector industrial bien desarrollado y un mercado interno fuerte y se ha posicionado como un centro regional para la inversión y el desarrollo de TI; todo lo cual brinda una plataforma muy interesante para el crecimiento sostenible en la región.
El potencial de Argentina, junto con el actual cambio hacia una economía favorable al mercado, debería atraer el interés de los inversores internacionales. Sin embargo, lo más probable es que los flujos de inversión no lleguen de forma inmediata sino gradual a medida que el nuevo gobierno avance en las diferentes áreas en las que está trabajando: regulatoria, macroeconómica, fiscal, laboral, etc.